30 de septiembre de 2010

'Primeras' normales para una jornada diferente

La resaca de la huelga (que poco tuvo de…) general obligaba esta mañana a echar un ojo, algo más crítico de lo habitual, a las portadas de los diarios españoles. En estos casos, como actores de la jornada de paro, la mayoría de las cabeceras han buscado remarcar sus principales señas de identidad (tanto en cuestión de diseño como de tendencia ideológica).

Poco sorprende, aunque resulta agradable confirmarlo. Una vez más, los responsables de dar forma a la ‘primera’ del Ideal de Granada han vuelto a pensar, unos minutos más que el resto, su página de presentación. Su trabajada imagen permite, con una curiosa quiniela, dibujar el seguimiento de la huelga en los principales sectores de la provincial andaluza. Cierto es, todo sea dicho, que es más impactante que eficaz, porque las ‘equis’ obligan a realizar una doble lectura para conocer el verdadero alcance del paro en Granada. El Ideal ha vuelto a confirmar su interés por las portadas gráficas. Y se agradece.

Fiel a su tradición, el Periódico de Catalunya también ha dado otro paso adelante en su ‘primera’. Aunque siempre se espera más de esos diseños vanguardistas, que nunca dejan indiferente a los lectores. Si la fotografía puede estar al nivel esperado (ha tenido mejores y siempre las hay peores), el titular se queda a cierta distancia de lo imaginado para una jornada marcada en el calendario de la cabecera del Grupo Zeta.

Un aire divertido y fresco, nada rancio, muestra la portada de ABC, que huye de las imágenes de incidentes provocados por los piquetes y de las ‘multitudinarias’ manifestaciones sindicales. Da gusto.

El resto de diarios referentes, lo de siempre. Fotografías que poco dicen, unidas a titulares que todo lo manipulan. Más de lo mismo. No hay por dónde cogerlos...

29 de septiembre de 2010

Ojos abiertos

¿Piquetes informativos? ¿Derecho constitucional al ejercicio de la huelga? ¿A quién pretenden engañar los sindicatos? En la era de la información, cuando los datos nos abruman, se dan cita los desocupados (y no hablo precisamente de los cinco millones de parados que el jueves tampoco irán a trabajar) para repartir octavillas, pitar a los que optan por acudir a su puesto de trabajo (ejerciendo su derecho, no lo olvidemos) y, ya puestos, intentar coaccionarlos. Escuché en rueda de prensa que 'los piquetes son del s. XVIII', y no puedo estar más de acuerdo.

Por primera vez, ayer, viví una huelga general como trabajadora. En la anterior, la del ‘decretazo’ de Aznar, aún daba mis últimos pasos en el instituto. Ese 20 de junio de 2000, para nosotros, no hizo más que adelantar la llegada de las Hogueras.

Como dije en la última entrada, tenía cierta curiosidad por conocer el efecto del paro en la prensa. Y… me ha sorprendido. Pensaba, sinceramente, que iba a tener una menor repercusión. Motivos para secundarlo no faltan, aunque los más relevantes ya han perdido la fuerza con el paso de los meses. La reforma laboral ahí está (y ahí seguirá), al igual que los despidos, que ahí estuvieron y ahí seguirán. Y los que estarán por venir... La situación de nuestro sector, por desgracia para todos, necesita una huelga específica. Un paro colectivo (o por medios) que tenga mayor trascendencia entre la sociedad.

Vivido el día, sólo extraigo conclusiones positivas. He tenido la fortuna de recibir ‘información’ de primera mano de mis compañeros sindicalistas, que no han dudado en explicarme con todo detalle los motivos de la huelga y me han invitado, con máxima amabilidad, a unirme al paro… Mis superiores, todo lo contrario. Presiones directas e indirectas, múltiples coacciones y malas miradas… Pues no, nada de eso. No nos engañemos.

Esta atípica jornada, donde el vuelo de las moscas se escuchaba en la redacción, me ha dado la oportunidad de colaborar en una sección desconocida entre semana. El trabajo ha sido intenso, cargado de buenos momentos, complicidades entre ‘esquiroles’ y conversaciones ya archivadas (en lugar fresco y seguro) para poder dibujar una sonrisa cuando la realidad obligue a fruncir el ceño.

Este 29-S no trabajo, me toca librar. Es decir, el jornal que mis compañeros huelguistas perdieron ayer (bien invertido por el futuro de sus hijos ¿?), a mí me toca perderlo hoy. No es una concesión, tan sólo una consecuencia de trabajar por jornadas. Trabajo, cobro; descanso, trago aire. Tengo la osadía de coger vacaciones, y me aburro de respirar… Y suerte la mía, porque para mis compañeros becarios, además de cobrar menos que nada, el ‘chollo’ tiene pronta fecha de caducidad. Y de esto no se ocupa la nueva reforma laboral. Tampoco, los sindicatos.

Lo dicho. La jornada de descanso (aunque debe ser excitante trabajar días como hoy) me permite seguir al detalle todo lo que suceda en la jornada de huelga. Si presión ni obligaciones laborales. Ese seguimiento no los ponen al alcance de un clic los diarios digitales, con ElPais y ElMundo a la cabeza. Resulta apasionante conocer al minuto todo lo que surge alrededor del paro, y eso que no ha hecho más que comenzar. Lo reconozco: ya estoy enganchada.

Hasta que mañana (y en días sucesivos) se publiquen los artículos de análisis y reflexión en torno a la sexta/séptima huelga general de la democracia española, ahora es el turno para la información inmediata… Cuando amanezca, la curiosidad a buen seguro me empujará a patear la calle y conocer, in situ, el efecto de la huelga. Así que desaprovechado el paro, en cuestión profesional, me siguen quedando los mismos retos por cubrir antes de dejar el oficio: huelga general, fin de ETA, elecciones municipales y un título del Hércules. Ante la actual situación (económica, política y deportiva) me cuesta dilucidar cuál será mi última tarea periodística...

Vamos al lío, empieza lo bueno. Voy a abrir los ojos. El primer paro global de la era digital (con cobertura real) ya está en marcha. Primordial, tener siempre los ojos bien abiertos, porque las cifras son interesadas. Para ejemplo, el seguimiento informativo de la Agencia EFE a la huelga general en los medios impresos de Alicante. Decía el teletipo en cuestión: “Según han indicado a Efe fuentes del comité de huelga, unos setenta trabajadores de "todas las delegaciones de la provincia" se han manifestado frente a la sede central en la capital alicantina”. No eran ni veinte. Y eran periodistas. La credibilidad ya empieza a cojear.

27 de septiembre de 2010

Con argumentos para el 28-S

Toda la maquinaria ya está en marcha. Apenas faltan unas horas para que llegue la jornada que justifica la ‘función’ (llamarlo ‘trabajo’ es casi una provocación) de miles de sindicalistas. Aunque tan sólo sea por esa razón, bienvenida sea la huelga general.

En los diarios impresos, me cuentan, el paro se realiza un día antes, es decir, mañana. Y reconozco que tengo cierta curiosidad por conocer el impacto del paro. Valdrá, además, para testar su efecto en el resto de la sociedad.

Por lo que atañe al sector de la comunicación, la jornada sin sueldo resulta tardía (y, por tanto, ineficaz). Claro que la reforma laboral aprobada por el Gobierno socialista (¿?) retira de la circulación buena parte de los derechos que los trabajadores han conquistado durante una larga batalla. Sí. Lo hace y es criticable. Pero no ahora, sino hace meses (cuando no convenía al Gobierno y, por tanto, tampoco a los acomodados sindicatos). La jornada llega tarde porque, hasta la fecha, los 'representantes' de los trabajandores no han movido un dedo para plantar cara ante la oleada de despidos generalizada en los medios. Una afección más directa y dañina para la moral de los periodistas (y demás trabajadores de los medios) que la actual reforma laboral. Porque todos son fundamentales, pero siempre debe preponderar el derecho a un empleo.

Ahora, resulta muy cómodo apoyar la huelga general. La mancha en el expediente, si la hay, apenas dejará huella. Los comités de empresa tienen el escudo de una jornada de paro global, donde los periódicos, valgan de ejemplo, no dejan de ser un grano de arena dentro de un desierto. Es de común acuerdo que los transportes se sitúan en el centro de la diana mediática. Si éstos no funcionan, se pondrá el cartel de ‘éxito’ a la huelga. Y eso, ¡qué más da! ¿En qué nos afecta? ¿Va a dar marcha atrás el Gobierno de Zapatero dejando en papel mojado la reforma laboral? Sabemos que no. Ellos, nosotros. Todos. Son conscientes también los sindicatos, que no tuvieron valor (¿?) de movilizar a la sociedad antes de que transcurriese agosto. No fueran a molestar al 'jefe' y pudiesen sufrir recortes las transferencias a cuentas sindicales.

Me sondearon (con mala baba) la semana pasada. “¿Harás huelga, no?”, escuché. “No, y no cabe discusión”, apunté. La coletilla tenía su significado. Mi interlocutor formaba parte del Comité de Empresa y, por ende, venía con intenciones predefinidas. “Ah, claro, aquí [sección] vais en un ‘pack’”, me reprochó con toda la amabilidad que pudo. “Perdona, pero no”, sentencié. Ahí pretendía zanjar la conversación, pero ante rumores tan infundados como maliciosos… quise poner cierta cordura ante la intranquilidad de los representantes sindicales. “Voy a ser concisa, y sin ánimo de discutir te enumero las razones que manejo para no hacer huelga. Son las justas y, para mí, contundentes. En primer lugar, este comité de empresa miró hacia otro lado cuando debió dar un golpe sobre la mesa. Fue cobarde. ¿Ahora no querrá el apoyo unánime de los compañeros, verdad? Y por último, no apoyo una huelga convocada por un sector degradado como el sindical y menos si tiene la complicidad del Gobierno. Me parece una tomadura de pelo. Y, a modo de posdata: si quiero ser solidaria, entrego mi ‘jornal’ a una buena causa…

Al fin y al cabo, estamos ante una huelga ficticia, en la que sindicatos y Gobierno acuerdan (¡!) los servicios mínimos. Sólo me falta por ver a Zapatero ejercer de piquete. Aunque no es descartable, todo sea dicho.

24 de septiembre de 2010

¿Te vienes?

[Ring, ring, ring…]

A un lado de la línea telefónica: Salgo para casa...
Al otro: ¿Vienes ya? Pero, ¿qué hora es?
A un lado de la línea telefónica: ¿Cómo que ‘ya’?
Al otro: Bueno, como sueles llegar…

Con esta concisa conversación abandonaba hace apenas unos minutos la redacción. Y hoy, sí, por fin, lo he conseguido. He vuelto a poner el pie en la calle el mismo día en el que lo puse por última vez. Todo un logro: salir antes de la medianoche. ¿Qué ha supuesto este pequeño paso en mi rutina? Cenar con relativa tranquilidad y poder acostarme con la compañía de ‘El partido de las 12’. Lo reconozco, me ha hecho ilusión.

‘El partido de las 12’, de Juan Antonio Alcalá y Joseba Larrañaga, se ha convertido en esa nueva apuesta de radio deportiva nocturna, limpia de polémicas artificiales, repleta de buen humor y que consigue ‘robarte’ la última sonrisa del día… Y todo, aunque parezca mentira, en la COPE. Esa emisora que, a su vez, se ha caracterizado en los últimos años por encabronar al más tranquilo de los oyentes que osaba sintonizar el 89,6 (en Alicante) en cualquier franja horaria.

¡Gracias, Dani (Anido)! Debes estar orgulloso de lo conseguido, cribar a los elegidos y apartar a los vulgares. Aunque equivocaste, zoquete, las posiciones. En la parte superior del cedazo, dejaste el oro. Dícese de Paco González, Pepe Domingo Castaño, Jorge Hevia, Joseba Larrañaga, Tomás Guasch, Manolo Oliveros, Rubén Martín, Miguel Ángel Paniagua… Y así, por suerte, un largo etcétera. Y de vuelta al símil, allá en el cauce del río reposa José Ramón de la Morena. Da gusto que su condición le haya llevado a colarse por los minúsculos agujeros del instrumento que separa la calidad de la mediocridad.

Ahora, todos contentos. Bueno, falta ‘Mister X’ (que no es cuestión menor). Pero, a buen seguro, dejará la Gran Vía, atravesará la calle Alcalá, para recalar cerca de Cibeles. El legado (Carrusel) permanecerá en la SER, pero la esencia humana que ha convertido a ese espacio radiofónico en historia 'viva' de la radio ya se divierte en la COPE. Y con ellos, todos los 'limones'.

Acerca de los ‘nombres’, hace unos días, un amigo me planteó una cuestión, a priori, de respuesta inmediata. “¿Con cuál de los fichajes de la COPE te quedas?, ¿cuál daña más la línea de flotación de la SER?”, me preguntó. La primera respuesta, por deformación profesional, tenía nombre y apellido: “Paco González”. Sin embargo, me contuve y le respondí la segunda idea que daba vueltas por mi cabeza. “Déjate de las caras, quédate con la idea”, le contesté. La cara de póquer me llegó como réplica.

Transcurridos unos segundos, le expliqué mi teoría fundamentada en un seguimiento casi al instante del culebrón deportivo del verano, en el que los fichajes –de jugadores– quedaron relegados a un segundo plano a favor de la lucha pública entre COPE y SER.

El “concepto” suele ser el punto de partido de los publicistas cuando tratan de explicar, normalmente sin éxito, el porqué de una campaña de imagen. En este caso, esa idea se ejemplariza en los dos eslóganes principales de la nueva temporada de la COPE.

“Donde nos gusta estar” y “¿Te vienes?” condensan la ristra de nombres que han desembarcado en la “emisora de los obispos” en las últimas semanas. A ellos, dicen, ahora les gusta estar en la COPE. Y es lógico. Todos deseamos trabajar en un lugar donde se valore nuestra actitud (dedicación) y, aquéllos que la tengan, la aptitud (capacidad)… Este trasvase radiofónico ha confirmado que el paravientos del micrófono se cambia con suma facilidad. Lo fundamental, vemos, viene de la mano de la confianza, del apoyo sincero de los responsables del medio de comunicación… Y eso, en los tiempos que vivimos, es harto complicado. [¡Eh, Anido…!]

Decía en aquella respuesta que, acerca de la pugna de los trasatlánticos (al margen de Paco), me quedo con los lemas de la campaña promocional de la COPE. Me ganaron desde su primera escucha. Cuesta pensar dos frases que sinteticen mejor esa primera batalla ganada por la COPE. Para la victoria definitiva, la del EGM, habrá que esperar hasta diciembre. Yo, ya me he cambiado. ¿Y tú, a qué esperas?

16 de septiembre de 2010

“El Boquerón se come al pez grande”

Valdez dedica al cielo la victoria en el Camp Nou. ¡Va por ti!


La ocurrente frase supuso el punto final a la retransmisión de la esperada –en un primer momento– e inolvidable –a la postre– visita al Camp Nou. Trece años después, que no son pocos, el Hércules se disfrazaba de Abeja Maya para acudir al estreno en casa del actual campeón de Liga. La empresa destilaba aires heroicos. Y así fue. El conjunto alicantino se presentó en el maltrecho terreno de juego (no sólo en Alicante hay problemas con la hierba) sin miedo, con un planteamiento férreo en defensa y valiente en ataque. Abajo, todos colaboraban. Arriba, varios se descolgaban para llevar peligro hasta la portería de Valdés.

El resultado es conocido por todos. Y esta vez, con argumentos. La suerte pasó de puntillas por las posteriores crónicas de los analistas deportivos, en las que sí se destacaron el atrevimiento de un recién ascendido con sueños europeos. Tal vez es volar muy alto (y ya se sabe la proporcionalidad entre altura y heridas tras el golpe), pero los mediocres no salen en los libros de Historia.

La gesta la viví en la Redacción, igual que la última victoria oficial del equipo. Entonces, a mediados de junio, la tensión era máxima. Ganar o ganar en Irún. Ése era el único camino hacia la Primera División. Bueno, luego se descubrieron otros atajos, carentes de clase y ajenos a la legalidad. Pero, parece ser, igual de válidos. El partido del Camp Nou arrancó, como dejaba entrever, envuelto en una atmósfera más relajada, sin la presión de sentirte favorito para alcanzar el objetivo… Sin embargo, con el paso de los minutos y la seriedad del equipo de Esteban Vigo, los nervios quisieron estar presentes, aunque, a esas alturas, aún con carácter testimonial. Así, hasta la falta de Mascherano a Drenthe, merecedora de segunda amarilla, todo sea dicho. El extremo holandés, errático hasta ese instante, mandó el balón hasta la cabeza de Abel Aguilar, que a su vez peinó hacia la meta blaugrana, donde aguardaba Valdés. La puntera de Abraham Paz puso a prueba los reflejos del meta catalán, que nada pudo hacer ante el posterior oportunismo del paraguayo, el nuevo ídolo del afición alicantina. Valdez protagonizaba la sorpresa, todavía provisional, de la recién iniciada Liga española. El Barça, con lo que ese nombre lleva implícito, se situaba por detrás en el marcador… Pero aún tenía tiempo para remontar.

Con todo, el tiempo fue pasando y el Hércules, a su vez, ganando en autoestima. Tanto que un fallón David Cortés entendió a la perfección la jugaba que le marcó Tiago. El portugués avanzó por la derecha, sin oposición, hasta que vio a Valdez, otra vez el paraguayo, al borde del área. Puso el balón atrás y el ´killer´ mandó el esférico lejos del alcance de Valdés. Más diferencia en el marcador.

Con el 0-2, los nervios también aumentaron… Dejé de vivir el fútbol sobre la silla, las ocasiones para sentenciar el partido se fallaban y los paseos en torno al monitor se multiplicaban. Oportunidad de gol, lamento, y apunte en la libreta. Oportunidad de remontada, alivio, y otra raya en el papel. Porque el actual Barcelona no entiende de compasión y sí de crueldad. Con un electrónico de fotografía, iba a ser muy atroz dejar escapar la victoria a escasa media hora del final del encuentro. Pero todo podía ser. Aunque no fue. Y los tres puntos se empaquetaron para viajar, en una noche de ensueño, hacia Alicante.

Así, a grandes rasgos, hubiera sido la crónica personal de un nuevo sueño hecho realidad. De la segunda victoria del Hércules en el Camp Nou. La primera, en mi casillero particular, con plenos recuerdos de la hazaña. Y ahí está el destino, que se encarga de trastocar la realidad, aunque ésta se fundamente en un sueño casi imposible.

Pero el partido, esa ilusión inicial, transformada en tensión con el transcurso de los noventa minutos, siempre estuvo marcado por una imagen. Un recuerdo cambiante. A veces, alegre, por ser testigo de ese homenaje a su memoria. Otras, las más, enojado, por comprobar cómo la vida no entiende de justicia humana ni de méritos contraídos.

Un modélico herculano, como pocos se dejan ver, había dado por finalizada su batalla contra la muerte apenas unas horas antes de que los blanquiazules aparecieran por el túnel de vestuarios del Camp Nou. Desde el jueves, rivalizó con las estadísticas para seguir entre los vivos, pero un implacable derrame cerebral dejó mujer, hijo y una ciudad trastocada.

Era un referente en el periodismo local, su firma era de obligada lectura en el repaso diario de la prensa. Y todo porque su punto de vista destilaba sensatez. Decía, que en un principio conocí su firma, luego me hice habitual de sus artículos y, casi por último, le puse cara a ese periodista. Había coincidido con él en los quehaceres profesionales, pero nunca se había dado la oportunidad de mantener una conversación reposada. Nunca… hasta el pasado mes de junio, poco días antes de que el Hércules se confirmada entre la élite del fútbol español. Entonces, una cena reunió a los amigos del Facebook de Castedo. En torno a una mesa, cercana a la protagonista del encuentro, nos sentamos los periodistas: los representantes de La Verdad e Información. Las conversaciones, poco a poco, se fueron atomizando, hasta que a sus preguntas tan sólo llegaban mis respuestas, y viceversa. Así, con el destino de por medio, puse cara a esa firma que me había acompañado desde antes de entrar en la Facultad. Me transmitió confianza. Tanto que, por momentos, tuve la sensación de hablar con un joven proyecto de periodista. Mostraba ilusión por el trabajo diario (no como la mayoría de su generación), así que intentamos poner solución a los problemas que atormentan al oficio y, sobre todo, hablar como si fuéramos compañeros (lo que éramos) y no competencia (a ver si aprenden los jóvenes dinosaurios de la parcela deportiva).

En la conversación estuvo muy presente el equipo de Alicante, nuestro Hércules. El sábado, maldiciones de la vida, José Picó faltó en cuerpo a la épica victoria de los blanquiazules en el Camp Nou. Aunque su alma, de buena persona (dicen los que le conocieron de cerca) y de gran profesional (confirmo desde mi posición), seguro que guió a Valdez y compañía en su arduo cometido. Él soñó con la victoria. Y su sueño se hizo realidad.

9 de septiembre de 2010

Retirado de la circulación


Nunca me dio buena espina. Prepotencia, altanería... Demasiadas cualidades desdeñables para proyectar una agradable impresión en las distancias largas. Con todo, la sociedad (pilotada por los medios de comunicación) le convirtió en apenas unos días en la seña de identidad de la batalla contra el maltrato machista. Un mito poco anónimo, que abusó a conciencia de la repercusión mediática de su aplaudida actitud. Pero el tiempo, que no entiende de profesores ni de universidades, le ha puesto, con mayor velocidad de la que invirtió en su ascenso a los altares, en el antihéroe del momento.

A su reprochable actitud [con una tasa de alcohol que da miedo], se le debe sumar (e incluso, multiplicar) su posterior reacción, propia de tipos soberbios. El primer presidente del Consejo Asesor del Observatorio contra la Violencia de Género de la Comunidad de Madrid aseguró estar "doblemente feliz" porque "la simpática resolución" que le prohíbe conducir durante diez meses por triplicar la tasa de alcoholemia "le libera" de sus responsabilidades en el órgano autonómico y le “retira un año de conducir y eso es para agradecerlo mucho”. “A mí no me gustan los coches ni conducir, o sea que voy a pasar a una situación fantástica. Con lo cual, simple y llanamente, es un día feliz”, se atrevió a decir “El Profesor”

Que le cesen en el cargo de ese órgano de reciente creación [que vete tú a saber si tiene cometido alguno en la práctica diaria] es de obligado cumplimiento por la presidenta de la Comunidad, la siempre protagonista Esperanza Aguirre. Aunque no deja de ser una anécdota de cariz político y de cara a la galería. Ahora, que el déspota celebre, sin tapujos, la retirada del carné de conducir debería ser condenable, ya no por la vía judicial, sino por la social, la que más hiere y mayor herida deja.

Me produce repugnancia que personas, con un contrastado currículo y que dedican su actividad profesional a la formación de jóvenes universitarios, muestren comportamientos tan deleznables, o poco menos, que el de un maltratador. ¿Dónde queda la ética al tratar con tanta ligereza una sentencia por un delito tan grave? Este ídolo caído, que en su momento apoyó a una mujer indefensa [pese a la versión que dio la protagonista con posterioridad en su periplo por las televisiones], intuyo, nunca apoyó su aclamado comportamiento en una actitud ética, cabal y ejemplarizante. Porque la ética no viene y va, está o no se le espera.

Desde que atravesó Jesús Neira, “El Profesor”, la frontera que va de lo público a lo popular, no cejó en mostrar actitudes envueltas en un exceso de ansia de protagonismo. Y, ahora, por fin, ya ha llegado al cielo mediático. Le ha sobrado un detalle: la caída desde esa altura no da segundas oportunidades.

Mientras él festeja [tal vez, con una copa de vino y un licor] la retirada, eventual, del permiso del conducir, el resto de la sociedad (incluso aquella que le puso más medallas de las que cabían en su pecho) debe celebrar que un conductor imprudente esté unos meses retirado de la circulación. Sólo falta que “El Profesor” quede, por siempre, retirado de los medios. Todos, a buen seguro, saldríamos ganando. Para ejemplos de este calado, mejor seguir buscando héroes.

6 de septiembre de 2010

No me gustan los programas de humor

“Con la que está cayendo y a la alcaldesa de Alicante lo que le preocupa es haber acabado las vacaciones, volver al trabajo. Cuatro millones de personas querrían estar preocupadas por volver al trabajo”.

Pelín demagógica la frase en cuestión. Su autor: el gallego ‘Gonzo’, afamado reportero político, que cogió protagonismo mediático de la mano de ‘CQC’ y que ahora, pasados unos años, ha recuperado El Gran Wyoming para La Sexta. Su destinatario: los espectadores de El Intermedio. No muchos, pues. La protagonista: la alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo, que atendió, sin excesiva amabilidad, a la cadena liderada por Emilio Aragón durante la cena de inicio político del PPCV en Teulada.

No, no me gustan los programas de humor. Menos, los temáticos. Los absurdos (como ‘Tonterías las justas’) porque sólo te fuerzan la sonrisa sin motivo alguno y sin otra ambición. Otros (como El Intermedio) porque buscan las bajezas políticas, y hay muchas, para encabronar a los espectadores. Apuesto por destapar la otra cara de los representantes políticos, ya que su cargo les expone a ello. Pero abogo, siempre, por hacerlo por delante, no por la espalda, y sin artimañas agregadas en post-producción (como se hartó de hacer la segunda parte de CQC).

No me gustan, al margen de quien se ponga la careta de provocador y quien sea el entrevistado. En este caso, son Gonzo y Castedo. Da igual, no deja de ser una anécdota.

Me pasaron el otro día el vídeo de la polémica, pocos minutos después de su emisión. Le eché un vistazo y me quedé con cuatro detalles, el penúltimo (en la sucesión temporal) fue el motivo por el cual me llegó el enlace del primer programa de la temporada de El Intermedio.

Discrepo con la actitud de Castedo. Me parece reprochable que en los primeros segundos del encuentro aparte sus ojos de la mirada del reportero, da igual quién sea y de dónde venga y, también, que, a priori, no le vaya a gustar la cuestión que le va a plantear. Atender a los medios, como ella bien sabe, va en el sueldo. Y atenderlos de manera correcta, en la educación (y mano izquierda) de cada uno. Ahí queda.

Me parece una anécdota que una persona, tú o yo, conteste con una fórmula similar con la que argumenta la alcaldesa de Alicante su estado de ánimo tras regresar de las vacaciones. [Qué envidia, ellas tiene]. Pero, es poco afortunada, si viene de un cargo político. Que sí, que ella invierte muchas horas diarias en el despacho y, sobre todo, en multitud de actos públicos. Que merece las vacaciones más que el resto de concejales (azules o rojos) del Ayuntamiento… Todo eso es cierto, pero hay que ser más listos y dejar esas recurrentes respuestas para el resto de ciudadanos. Los políticos deben dar gracias a diario por haber sido elegidos para desempeñar su cargo. Y no sólo decirlo, claro, sino pensarlo.

Me sorprende la salida de Castedo ante la pregunta sobre la imputación de Camps y Ripoll. Con escasa originalidad y, además, incorrecta. Entiendo que defienda a sus compañeros de partido, pero al menos que se base en argumentos válidos. Si hay imputación, hay acusación, tal vez, no haya delito, pero sí indicios. ¿Error del directo...? Puede, pero ante un micrófono, con su dilata trayectoria pública, se debe estar más espabilado. Y, siempre, correcto.

Dicho todo esto. Si hay un comentario en el vídeo que produce mi total rechazo… hay que esperar hasta el final. Entonces, el afamado Gonzo tira de demagogia, fácil recurso cuando el aludido se halla a varios metros de distancia, sin posibilidad alguna de defensa. “Con la que está cayendo y a la alcaldesa de Alicante lo que le preocupa es haber acabado las vacaciones, volver al trabajo. Cuatro millones de personas querrían estar preocupadas por volver al trabajo”, reza Gozo, ante la cámara, sin ningún elemento que perturbe su monólogo. Pues sí, la respuesta de Castedo es criticable, ahora, decírselo a la cara es una de las mayores virtudes de alguien que se hace llamar ‘profesional’. No hacerlo, demuestra que unos segundos para dar forma a un posterior vídeo cañero valen más que cualquier valor ético. Mala cosa.

Por estas razones, entre otras muchas, no me gustan los programas de humor político. Suelen, en demasiadas ocasiones, tirar de argumentos populistas para arrancar una sonrisa al televidente. Para eso, prefiero mantener el rictus serio. Decidme aburrida.

2 de septiembre de 2010

Aviso para navegantes

Reincorporados a la actividad bloguera, una advertencia: Internet, ese conjunto descentralizado de redes de comunicación interconectadas que utilizan protocolos TCP/IP, permite la libre circulación de ideas. No obstante, luego, cada usuario establece sus reglas. Y en este blog, todos los comentarios respetuosos tienen su espacio, siempre y cuando lleguen firmados. Para anónimos, los confidenciales.